viernes, 9 de julio de 2010

Un trabajo difícil


Ya saben, ya les conté, lo que me cuesta escribir un relato que esté bueno. La verdad es que empiezan muy bien, veo la cara de entusiasmo de mi compañero cuando lo empieza a leer, pero es que enseguida pierdo el ritmo.

Esta vez, gracias a nuestras brillantes ideas, nos toca un texto muy difícil. Me costó muchísimo elegir la manera de armarlo, y cuando ya lo tenía (como siempre), me faltaba el final. Ya me habían dicho que no se debe empezar un texto sin saber el final, pero yo no lo puedo evitar... Nunca sé el final.

El caso es que me enojé tanto, pero tanto cuando mi maridete y compañero me dijo que tenía demasiados "argentinismos", que a los chicos les iba a costar entender ¡A ver! que yo escribo así, no por pose, es así como hablo, mi identidad. Cuando escribimos representamos una idiosincracia. No podemos mantenernos ajenos a nuestra cultura.

Es el gran dilema de los migrantes. Estoy en un país de habla castellana, pero no es el mismo castellano, no. Parece difícil de adivinar que hay muchas diferencias. voy a ilustrarlos con algunas, en la izquierda coloco cómo es en Argentina, y en la otra como es acá:

frutilla= fresa
cubetera= cubitera
falopa= farlopa
mogolico= mongólico
durazno= melocotón
pelón= nectarina
palta= aguacate
choclo= maiz
arbejas= guisantes

Pero no sólo son las palabras. Son muchas las cosas diferentes: las comidas, las cosas que se encuentran en las calles, la forma de vivir, la gente... Es que son diferentes formas de vivir. Pero yo soy una escritora fronteriza, una parlante fornteriza. Hablo en cocoliche pero de acá. Un cuarto catalán traducido, un cuarto "español", medio argentino. Supongo que la gente me oye hablar y se vuelve loca (ej.: "com me decís, churri?")

Incluso hace poco vi una peli de Afganistán, creo. Parecía surrealista, pero se ve que no, que así vivían en realidad, pero no lo sé, porque lo ignoro.

Para empezar, envidia total, la peli ya ganó algún premio y recorrió todo el mundo, ¡siendo la directora musulmana de 19 años! Después que digan de los musulmanes... bueno, se veían unas cosas rarísimas en la película, aunque ella es de Irán, y la belleza también radicaba en lo que mostraba. La gente vivía como en una especie de cuevas; a los chicos, cuando los adultos de iban, los ataban del pie para que no se escapen; y los que trabajaban con paja se ponían bolsas de papel en la cara. La peli parecía un poema de la miseria. Se llama "Buda explotó por vergüenza".

Pero esta chica, con 19 años es una directora de películas en toda regla y yo aquí, sonándome la nariz, y complicándome con un cuento de un animal y realidad virtual. ¿Qué se imaginan, un caballo con GPS? Acepto sugerencias.



una notita a pie de página, que no sé cómo se hace, la peli es muy profunda y no pretendo analizarla cuando la menciono, si no hablar de lo diferente que viven ahí, según se deja ver en el film...

Las llamaditas obligadas


A la mañana me desperté como si nada, como si no hubiera tenido un Tsunami en la panza a la madrugada.

Cuando digo como si nada, me refiero sólo al dolor, porque lo que es levantarme, me costó un Perú ¡Madre mía! Para mí levantarme es como un castigo divino.

Ya estoy en pie hace rato, pero hoy no hice mucho:

- Tengo comida para este mediodía preparada antiayer (que por cierto, vaya casualidad, son arbejas con jamón -las arbejas, sobre todo-, que es el plato que más odia el amigo de mi marido que hoy quiere venir a casa).
- Hablé con mi marido para preguntarle a qué hora venía a comer; y para hablar porque sí, que es una costumbre nuestra, esto de hablar todo el día, que el día que yo vuelva a trabajar nos vamos a extrañar un montón.

A lo que iba es que lo único que hice hoy, y con mucho esfuerzo, es lavarme el careto, cepillarme los dientes, vestirme a mí y "al nene", y comprar para preparar la cena ¡Cómo le gusta salir al Negri! Las vecinas, que son todas viejas, se me lo quieren comer porque es pura chicha, y no paran de decirme que para ser sólo de pecho está enorme.

Y lo que me queda por hacer es lavar los platos, (QUE ODIO hacerlo) llamar a mi vieja, que por cierto ¡Cómo me hace falta la vieji en casa! De todos modos hablamos todos los días.

A los que de verdad TENGO que llamar y no hago por pura vagancia es a mi viejo, su hermana y mis tías abuelas; sólo de pensarlo me dan ganas de ir a lavar los platos y que se me haga tarde. Es que con ellos no hablo lo que se dice de verdad. La conversación es como una plantilla. Ya sé lo que me van a preguntar, lo que voy a responder y cuánto va a durar. Lo peor de todo es que no tengo escusa para no llamar, porque las tengo pagas ya.

Otra cosa que estoy tratando de evitar con todas mis fuerzas es que me pregunten qué planes tengo para MÍ VIDA. O sea, la verdad, no tengo plan de carrera profesional, que eso es lo que verdaderamente quieren saber. Me conformaría con dejar de ser lumpen, ganarme unos mangos y tener el tiempo suficiente para criar a mi hijo. Mis planes son: tener un lavaplatos (urgente), que Jordi saque el polvo de las estanterías porque es alto (urgentísimo), terminar de instalar los muebles que compré, ver a dónde me voy de vacaciones y planear mi próximo viaje a mi terruño, antes de que el pibe me cumpla los dos años, así no pagamos pasaje por él.

Hablando de las cosas que tenía que hacer... se me olvidó contar lo más dejado que pasó en casa en las últimas 72 horas. Hace unos días puse a jugar al bebé en el agua, en una palangana que compré para esos fines. Después de chapotear un rato, no se me ocurrió mejor idea que dejarlo un rato en bolas, envuelto en la toalla en su sillita. Antes de que pasaran 5 minutos, el tipo ya se había cagado (le fascina hacer caca cuando está en bolas). No es la primera vez que me pasa, así que cuando llegó mi marido la toallita lo estaba esperando. Que sí, que no, total, que al final ese día no se lavó. Al siguiente la dejamos esperar, y hoy directamente mi marido la tiró a la basura ¡Es el colmo de ser puercos, tener una toalla cagada hace tantos días, no lavarla y encima tirarla a la basura tan frescamente! Pero la verdad, todo el tiempo que no le dedicamos a la toalla nos la pasamos bárbaro dando paseos nocturnos por el barrio y viendo películas.

Hoy también tenemos un plan divino: nos vamos a la biblioteca a devolver las pelis que sacamos, agarramos otras, nos vemos con el amigo y después nos quedamos hasta tarde, agarraditos de la mano viendo pelis.

Bueno, para que no se me pinche el plan divino, me voy a lavar los platos y a preparar la cena. Seguro para la próxima entrada los sorprendo con más historias de cosas que tiramos para no lavar o de cosas que lavo para no tirar.

Punto y coma


Soy una persona lectora. Bastante lectora, pero una mala lectora. A los rusos, por más buenos que sean, no los puedo ni ver: se me hacen densos, difíciles y les agarré manía cuando estudiaba "comparada". Ni me acuerdo qué escuela era, la de esos rusos tan complicados ¿Ven? Es eso mismo lo que quiero decir cuando digo que soy mala lectora, que no soy ni capaz de acordarme cosas que estudié hace poco menos de cuatro años. Siempre creí que si algo que se sabe no se utiliza, es más fácil olvidarse.

También me gusta escribir, pero no le dedico... Los finales de los relatos me cuestan muchísimo, y si tuviera que definir mi estilo ¡Ni la más mínima idea!

Este relato no sé si es sobre mí, cuál es el tema central y si tendrá final.

Me desperté hace un rato con la panza muy dura y un dolor muy raro. Algunas noches me pasa, y me levanto a mear con la esperanza de que se me alivie el dolor dentro de un rato. Al tiempo me volví a despertar para darle el pecho al bebé ¡No se dán idea de lo difícil que es dar el pecho estando dolorida! No soportaba más el dolor y hasta pensé en ir al médico a la mañana, viendo que no se me pasaba y como no aguantaba más, me dije " si seguís así, mejor que Jordi te acompañe al médico aunque llegue tarde al trabajo". Así que desperté a mi marido para avisarle mi plan, pero me respondió con un gruñido y siguió durmiendo. Después me hecha en cara la vez esa que de madrugada me fui sola y sin hacer ruido al hospital. Cuando volví, aquella vez, ni se había dado cuenta.

Así que hace rato que estoy casi despierta en el sillón, tomando agua y esperando a mejorar.

REtomando el tema de la escritura, no sé, me gustaría tener un aire a Bukowski (aunque como soñar es gratis, por qué no Cortázar) ¡Cómo me gustaría que al menos un puñado de unders me idolatraran las mierdas que escribo!

Se pasa mucha vergüenza cuando alguien te lee un trabajo, ahí te empezás a dar cuenta el pulido, desarrollo y de más, que todavía le falta para ser decente.

Yo, el uso del punto y coma nunca lo entendí, o sea que no lo sé usar, aunque me gustaría porque da un toque de superioridad al texto (¡Este escritor utiliza todos los signos de puntuación!). Pero mi puntuación es mediocre. Por eso no me puedo ilusionar con la escritura ni jactarme de lo lectora.

El dolor de panza ya está aflojando, así que por hoy, dejo acá y me voy a acostar, con ganas de, en otro momento, contar más cosas.